miércoles, 25 de mayo de 2011



Hace un par de días navegando por internet, me paré a leer un pequeño cuento de gran contenido, que dice así:

EL HOMBRE, LAS ESTRELLAS Y EL MAR

Atanasio era un hombre, entrado en años, inteligente, culto y con sensibilidad acerca de las cosas importantes de la vida. Solía ir a su cabaña a la playa, donde pasaba temporadas escribiendo y buscando inspiración para sus libros de filosofía.

Tenía la costumbre de caminar antes de comenzar su trabajo. Estaba amaneciendo, paseaba junto al mar y; de pronto, observó a lo lejos una figura humana que se movía como un bailarín. Se sonrió al pensar en alguien bailando para saludar el día. Apresuró el paso, se acercó y vio que se trataba de un joven. Comprobó que no bailaba, sino que se agachaba para recoger algo y, suavemente, lanzarlo al mar.

A medida que se iba acercando, saludó:

- ¡Buen día joven! ¿Qué está haciendo?

El joven hizo una pausa, se dio la vuelta y respondió:

- Arrojo estrellas de mar al océano

- ¿Por qué arrojas estrellas de mar al océano? – dijo el sabio.

El joven respondió:

- Hay sol y la marea está bajando, sino las arrojo al mar, morirán.

- Pero joven - replicó el sabio - ¿No se da cuenta de que hay cientos de kilómetros de playa y miles de estrellas de mar? ¡Nunca tendrá tiempo de salvarlas a todas! ¿Realmente piensa que su esfuerzo tiene sentido?

El joven lo escuchó respetuosamente, luego se agachó, recogió otra estrella de mar, la lanzó con fuerza por encima de las olas y exclamó:

- Para aquella…¡sí, tuvo sentido!

La respuesta desconcertó a Atanasio, no podía explicarse una conducta así. Se sintió molesto, no supo qué contestar y regresó a su cabaña a escribir. Esa tarde, no tuvo inspiración para escribir y en la noche no durmió bien; soñaba con el joven y las estrellas de mar por encima de las olas… intentó ignorarlo, pero no pudo.

A la mañana siguiente, cuando el sol nuevamente lamía el mar y una suave bruma envolvía el ambiente, descubrió las siluetas de dos hombres, uno joven y otro viejo, que se veían juntos, a lo lejos, como si bailaran sobre la arena…

Al acabar de leerlo, tuve un momento de reflexión:

Hay veces que parece que nuestra tarea, nuestro empeño, carece de sentido. Nos sentimos con ganas de abandonar nuestros proyectos, nuestros sueños. Sin embargo, el solo hecho de pensar que para alguien concreto, aunque sea sólo uno, nuestro obrar tiene sentido, hace que nuestro esfuerzo esté pleno de significación y nos vuelve, gozosamente más humanos.

Percibir que para algunos de tantos otros, nuestro actuar cobra un significado valioso, hace que el “manos a la obra” sea urgente y llevadero. Todo esfuerzo tiene sentido, si por lo menos a alguien ayuda a estar mejor; ya sea en nuestro entorno familiar, grupo o lugar de trabajo.

Ahora bien, ¿cuáles son las “estrellas” concretas que se cruzan hoy en nuestro camino?

“Nada puedo hacer para solucionar los problemas del mundo pero mucho puedo hacer para ayudar en el pedacito mundo que me toca”

Mª Luisa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario